martes, 24 de noviembre de 2009

LÍNEAS GENERALES DE LA EXPERIENCIA TRANSEXUAL

Algunas conversaciones me han sugerido que la experiencia transexualpuede comenzar en la infancia por un sentimiento de diferencia/parecido con otras niñas o niños. Esta diferencia se puede sentira una edad distinta, en la primera niñez, o más adelante, y esto tieneconsecuencias importantes. Algunos niños o niñas piensan espontáneamente con muy corta edad que,en realidad, son una niña o un niño, y que ya llegará el momento enque todos se darán cuenta o, cuando comprende las diferenciascorporales, suele pensar que irá cambiando como cambian sus compañeraso compañeros. Queda la pregunta de si la identificación cruzada es en estos niños loprimero, desde el primer momento de su consciencia, o si es algo quesigue a la conciencia de una diferencia con los otros niños o niñas. Me hace pensar que lo primero sea la consciencia de la diferencia, elrecuerdo de la eclosión de la transexualidad de Jan Morris, que cuentaque se dio cuenta de que era una niña estando sentado bajo el piano desu casa. Bajo el piano, es decir, en un cubículo, en un espaciofemenino, protegido de la hostilidad exterior. Por tanto, no fue laprimera conciencia de sí, sino un cambio de conciencia. Sería como sicomprendiera en aquel momento que él se parecía más a las niñas y quequería ser como ellas. ¿Pero es general esa historia o propia de algunas personas perodistinta de otras? En este punto debe haber un gran trabajo deinvestigación, basada en los recuerdos personales. Las historias de los niños feminizantes suelen ser, como la de Morris,pasivas e introvertidas. Esta identificación muy temprana es una identificación de género. Elniño no conoce todavía la realidad corporal de los sexos, o si laconoce, no le da tanta importancia como al hecho de vestir de formadistinta, de arreglarse de forma distinta o de jugar a juegosdistintos. Si se ha producido una identificación tan temprana de género, será labásica de la persona (Kohlberg sitúa este umbral de la identidad degénero en los tres años) y por ser de género es compatible con eldesarrollo de la sexualidad ulterior de la persona, con las relacionescorporales plenas con mujeres u hombres, etcétera. En el caso de las niñas masculinizantes, la dinámica parece distinta,más ofensiva que defensiva. Simplemente, desde pequeñas han sido tan asertivas, seguras, peleonas,inquietas, jugadoras de juegos violentos, trepadoras de árboles,aventureras, que se han sentido desde siempre estrechas en el ámbitode género reservado a las otras niñas o incompatibles con su caráctermás tranquilo, lo que las ha llevado de manera natural a una vidamasculina y más adelante a jugar con los niños con mayor naturalidadque con las niñas, a andar desastrada en su ropa y apariencia y asuperar todas las reconvenciones con su energía natural. En el caso de los niños feminizantes, también puede ser que en unprimer momento hayan aceptado el género asignado con naturalidad y sinproblemas, en el ámbito familiar, mediante dos procedimientos:primero, la identificación con el padre y segundo, el reconocimientode género gracjas a la elección de los juguetes preferidos,reconociéndose a sí mismo en trenecitos, o barquitos, o avioncitos, ocochecitos, que contienen en sí un proyecto de vida. Y sin embargo, esta identificación o reconocimiento temprano degénero, puede verse golpeada más adelante por el choque con los otrosniños. El niño puede sentirse más sensible, delicado e introvertido que suscompañeros explosivos y bulliciosos. Y esos compañeros lo mirarán consorpresa, se reirán de él o lo dejarán de lado. Ahí empezará elchoque. Puede tratarse de una simple hipoandrogenia o hiperandrogenia en lasniñas en relación con los estándares androgénicos de varones o mujeresque con, el tiempo, dé lugar sólo a vidas masculinas o femeninas algodistintas de las más usuales, más intelectuales quizás, o másdeportivas, respectivamente, pero sin nada más de particular que unavaga conciencia, cada vez más tenue, de que “soy diferente”. Pero también, al crecer y llegar a la pubertad, pueden observarseotras diferencias. Puede ser que el adolescente se sienta muy atraídopor otros muchachos, y precisamente atraído por su masculinidad, porsu arrogancia, y que asuma ante ellos un papel pasivo en el queincluso el placer masculino le diga “soy mujer” y lo sienta como unaratificación absolutamente feliz, como el sentimiento de quien entraen el mar. O puede constatar que no le interesa, o no le agrada, o incluso lerepele y le destroza emocionalmente, la sexualidad masculina que sedespliega en su cuerpo. Sus genitales son, reaccionan, funcionan dedeterminada manera, pero él se siente extrañado por lo que estápasando, ni lo quiere, ni lo entiende, ni lo desea. El placer se acepta y hasta se busca con resignación, como unasensación electrizante que ya que se puede sentir, se toma como aliviode tanta angustia; una droga grata pero a fin de cuentas amarga y quecobra un alto precio en sentimientos de vergüenza, de humillación yde extrañeza. La adolescente a la vez, puede sentir que a la vez que desea a lasmuchachas, y que sueña en proteger a las que desea, experimenta unanecesidad de fusión con ellas o penetración que, desoladamente,comprueba que no le es posible físicamente, pero que busca desdeentonces la manera de expresarla simbólicamente.. En estos casos hay que pensar en diferencias orgánicas más profundas,que seguramente habrá que situar en estructuras cerebralesrelacionadas con la sexualidad, es decir con la conductabiológicamente relacionada con el sexo (penetración activa o pasiva enparticular) y formadas durante la edad prenatal a partir dedeterminados niveles de hipo- o hiperandrogenia. Se ha llegado, por tanto, a una intersexualidad real, pero invisible aprimera vista, situada en el plano del cerebro. Existen muchas formasde intersexualidad, unas fenotípicas, es decir, observables en laforma exterior del cuerpo, y otras no, situadas en la configuración dedeterminados órganos internos; una de éstas sería la intersexualidadcerebral. En la fecha en que escribo, 12 de septiembre de 2009, la investigacióncientífica empieza a tener sólo algunas pruebas de esta afirmación,pero todavía no son concluyentes. Pero esta hipótesis debemencionarse y tomarse en cuenta por su gran fuerza explicativa, por sucoherencia con muchos hechos que conocemos y porque tendrá que serregistrada como hipótesis mientras no se pueda afirmar como tesis. A partir de esta explicación biográfica y probablementeendocrinológi
ca y hasta anatómica, se puede ver cómo las diferenciasen el momento en que se toma conciencia de ella también tienenconsecuencias diferenciadas. Es preciso igualmente advertir que nuestra actual cultura binarista(“hay hombres y mujeres y punto”) influye mucho en las formas en quetomamos conciencia de nuestra diferencia. No se ven en la sociedad las personas intersexuales, se hace como sino existieran, y por tanto, si me veo distinto de los hombres, supongoque tendré que ser mujer, o si no me veo como mujer, tendré que serhombre. Esta opción sería más fácil si hubiéramos visto hombres feminizantes ymujeres masculinizantes con toda naturalidad, formando parte de lasociedad, viviendo como mujeres o como hombres entre el respeto detodos, integrados en sus familias, formándolas con hombres y mujeres yteniendo hijos, llegado el caso, sin renunciar a su condiciónsocial. No es ninguna utopía: esto es lo que se ve a diario entre losZapotecas de México o entre los Samoanos. Por eso allí, lo quenosotros llamamos transexualidad (transición de un sexo al otro) seresuelve con mucha más agilidad, sin hormonaciones ni operaciones. Mientras llegamos a tomar plena conciencia de que la realidad es no-binarista, es útil ver que en nuestra cultura binarista, lasvariaciones en la edad en que se toma conciencia de la propiadiferencia generan variaciones biográficas, debido a la interacción dela conciencia de ser diferente con el proceso de la evoluciónpsicológica. La Psicología Evolutiva muestra en efecto que una persona pasa en suformación por fases perfectamente caracterizadas, con leyes propias ysistemas de pensamiento específicos, en las que ocurren hechos que nopasaron en las fases anteriores ni pasarán en las siguientes. Son comoáreas con un clima propio, que aunque se suceden e incluso sesuperponen, no se parecen unas a las otras, pues obedecen a factoresmuy distintos. Lo mismo que no es igual una zona tropical, que una templada, o una dealta montaña, tampoco son iguales la edad prenatal, la niñez, lapreadolescencia, la adolescencia, la juventud, la madurez, lasenectud, la decrepitud. Por tanto, será diferente el modo deinserción de la conciencia de ser diferente y sus efectos en lasedades sucesivas según el momento en que se tome conciencia de ladiferencia de género y de la de sexo y sexualidad. Hay personas transexuales que toman conciencia de su diferencia desdealrededor de los tres años, edad en la que se forma la identidad degénero. Estas personas se han sentido por tanto del otro sexo desdesiempre, con toda naturalidad. Kohlberg piensa que la identidadformada en ese momento es irreversible (aunque yo pienso que puededesarrollarse, aunque no se pierda, en una segunda identidad) Hay personas transexuales que lo saben desde la adolescencia, edad enla que es preciso enfrentarse con la realidad del sexo. En medio delas turbulencias de esa edad, pueden añadir la inadaptación a suprimera identidad y la necesidad de transformarla o desarrollarla enla segunda identidad a la que antes me refería, lo que suele sucederen medio de grandes sufrimientos personales. Hay personas transexuales que lo saben desde edades superiores, desdela juventud a la madurez y la vejez, en las que empiezan a tomarconciencia de que querrían cambiar su posición en el sistemasexualgenérico. Las formas de esta transición son muy variadas, y losmotivos para necesitarla pueden ser muy distintos, por lo que deberánser analizados con detalle. Antes de seguir aclararé que, a partir del momento de la toma deconciencia, se trata de procesos mentales o psíquicos, más quebiológicos. Como se verá, no es cuestión de que la persona sea “másmujer” o “más hombre” por el hecho de haber empezado primero suevolución transexual. Es sólo que han tomado conciencia de sunecesidad de transitar antes o después. Estamos hablando por tanto delreflejo que se forma en la mente de una realidad, no de la realidadmisma. Kim Perez

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