miércoles, 19 de enero de 2011

Navegar por la vida


Durante mucho tiempo nos dedicamos a no sentir, a ocultarnos, escondernos, simulando.

En esos momentos en que la vida no es más que llevar un poco de aire a los pulmones y tratar de salir de esa asfixia cotidiana, se hace muchas veces imposible.

En la historia de la humanidad ha habido relatos o alusiones de la existencia de personas transexuales, aun así, nuestro proceso de construcción sigue siendo un tabú, algo de lo que nadie habla. Mucho menos aun sobre nosotros, los hombres transexuales.

Es una etapa de la vida, bastante confusa, muchos intentamos adaptarnos y quizás por esto es que somos tan pocos los que nos reivindicamos como hombres trans.

Encontrar un nombre a este sentimiento, a nuestra realidad es un proceso muy particular e individual en donde la mayoría de las veces no encontramos un referente en donde reflejarnos.

Es la sensación de tener atadas las manos, vendados los ojos, sin palabras que decir, sin voz, mudos... sin poder nombrarnos, con un cuerpo que estorba, molesta e incomoda.

Quizás por esto, nos encontramos sumergidos en la red, conectados con el mundo a fuerza de la tecnología, tecleando pensamientos, redescubriéndonos en cada historia nueva que leemos sobre identidad de género, sobre transexualidad, a partir de encontrarle un nombre a lo que sentimos.

La vida es como una película y aun que suena muy terrible, creo que muchos nos reconocimos cuando vimos: “Los muchachos no lloran”, nosotros los que no tenemos acceso a la facultad, los de los barrios, los que estamos en las fábricas, en las canchas gritando goles de nuestro equipo favorito, en las calles, en cada esquina.

Pienso que somos más los hombres transexuales, más de lo que dicen las estadísticas, solo que no sabemos a qué se debe ese malestar, esos deseos de salirse del propio cuerpo, a saber cuantos, hacen oídos sordos y terminan cediendo, renegando hasta de su propio deseo, adaptándose a esa vida que les ha tocado en suerte.

Cuando aislaba mi cuerpo femenino del mundo, Fernando aparecía en cada conexión del chat, ahí me encontré a mí mismo, hablando de cosas impensadas con chicas, coqueteando, ligando, dejandome hechizar, jugando, alimentando la esperanza para seguir respirando.

Expresar por primera vez, quien soy, fue aterrador y maravillosamente liberador.

Encontré mi única manera de socializar y de vincularme, porque de cualquier otra, me era absoluta mente imposible, sentía vergüenza de mis pechos, de mi cuerpo y de toda la feminidad que hubiera en mí.

En ese chat, mi cuerpo era un nick, mi voz el teclado.... era libre, mi anatomía estaba en la oscuridad, era como el Cyrano, escondido debajo del balcón, recitando poesía a Roxanne.

Mi deseo, anhelaba una mujer, fue ella la primera que lo supo. Ni el mar, ni la distancia pudieron evitar que nos conociéramos, dos desesperados amantes buscando felicidad en la red.

Ella, mi Roxanne, tenia su castillo en España, fue la primera en saber que yo, soy un hombre transexual.

Mi primer amor, a la que por fin pude expresar mi deseo, mi amor platónico, sin cuerpo, sin obstáculos.

Dentro de ese mundo virtual, hallé a otros como yo, desparramados por el mundo. Nuestras vidas se entrecruzaban en cada uno de los puntos en común de los que hablábamos. Atravesados por la misma necesidad de reconocimiento.

¿Qué hormonas estas tomando? ¿Te has hecho alguna operación? ¿Cómo lo tomaron tus padres? ¿Ya tenes cambios? ¿Te ha crecido? ¿Podes hacer las operaciones en hospitales de tu país? ¿Cuánto pagaste? Miles de preguntas con infinidad de respuestas.

Deseperado por comenzar mi transición física, quería saber el nombre de las hormonas que necesitaba y cada cuanto se aplicaban las dosis. Testoviron, paso a ser la adquisición mas deseada, una ampoya de 250 mg que cambiarian la visión social, sobre mi cuerpo.

Ya no me sentía impotente, decidido a comenzar el difícil camino, que transformaría mi vida.

No quería seguir evadiendome, me escuche, comencé a ser fiel a mi mismo, a quererme, a construirme, a modificarme, a sentirme, a aceptarme cada día un poquito mas.

Por fin era yo el que hablaba, por fin...... tuve la valentía de enfrentarme a mí mismo, a mi familia, a la expectativa social.

Muchos de nosotros comenzamos el tratamiento sin supervisación médica, por lo menos en Latinoamérica, y un porcentaje más bajo tiene acceso a las cirugías.

El proceso es muy diferente en cada uno de los casos, vivimos nuestras transiciones de muchas maneras y formas. Pero siempre tenemos esos puntos en común, lo difícil del proceso, es la intolerancia del entorno familiar, social y laboral que se repite como eco en cada una de nuestras historias.

Debo admitir que la tecnología ha jugado un papel fundamental en mi transición, ha sido mi guía a partir de una película, para encontrarle un nombre a lo que sentía, y la internet mi biblioteca personal, el contacto interpersonal con otrxs.

Este tipo de vinculación social me ha cambiado la vida, como a muchos de nosotros, nos hizo conocer al amor, viajar a otros países, encontrar gente en nuestra misma situación, despertar curiosidad, conocer amigos y compañeros del camino.

Por una simple nota encontré gente maravillosa, con hambre de cambios a la cual mi convicción también se, que ha asombrado y asustado.

Nos ayudamos mutuamente en este proceso de transitar la militancia de la diversidad, improvisando, proponiendo e implementando acciones que puedan generar en otrxs el placer de encontrarse y reconocerse.

Fue con la palabra escrita que inicie mi cambio, el primer paso de la transformación.

Nos encontramos y nos vemos por MSN, facebook o skype las distancias y las fronteras se desvanecen en cada conexión.

Mi primer “Yo Fernando”, fue escrito. Tipearlo y verlo reflejado en la pantalla, era como mirarme al espejo y por fin gustarme, aunque mas no sea por una hora o dos en un cyber, esa fue la primer gota de la oleada que vendría después.....

Ahora como naufrago de ese mar me encuentro siempre en la búsqueda de mas, lxs amigxs me acompañan, otros chicos/hombres trans en sus balsas reman en esta corriente, ahí estamos, existimos, si, somos reales, aunque pasemos desapercibidos entre la gente.

Gritamos cuando podemos, en la red y en la calle, nuestras voces ya sienten la seguridad de hacerlo, somos diferentes, somos distintos... y esta genial serlo.

Mostramos nuestros cuerpos y deseos y las reivindicamos.

En esa búsqueda transformamos otras realidades, tocamos otros cuerpos, otras almas y sin querer producimos cambios sociales a nuestro alrededor.

La justicia todavía no ha comenzado su proceso de transición, la dama de la balanza ya ha escuchado nuestros primeros golpes en su puerta, le quitaremos las vendas de los ojos y le fajaremos los pechos hasta que nos entienda.

Somos muchos gritando, escribiendo, redactando, pintando, en todos y cada uno de los medios que nos dejen expresar lo que sentimos, ya no queda silencio, nos hemos dado cuenta que los cambios son posibles.

La lucha es cada día, a cada hora, pero la madre de las batallas se ve en el horizonte, nos encuentra preparados, algo temerosos pero felices de que al fin se de nuestra batalla por el reconocimiento.

Somos muchos y cada vez seremos mas, la transformación ya ha comenzado.

Fernando Rodríguez

Hombre Transexual

Encuentro por la Diversidad Córdoba.

Te.: 0351 – 155059124

Fernando75r@gmail.com

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